Había una vez una familia muy unida. Estaba compuesta por el papá, la mamá y sus dos hijos: Marta y Pedro. Pero más que una familia unida era una familia atada,
porque su mamá un día tomó una larga y flexible soga y los ató a todos. No fue fácil acomodar tantos metros de soga... pero se fueron acostumbrando. La mamá pensaba que esta era una manera ideal para controlar lo que todos hacían y que no les pasara nada.
Así comienza el cuento para chicos ―La familia Delasoga‖ (1985), de Graciela Montes.
En clave de humor, la historia vuelve literal el deseo, a veces exagerado, que tienen los padres de proteger a los hijos ante cualquier peligro exterior. Puede leerse en la metáfora de la soga resonancias del cordón umbilical.
Su corte en el nacimiento del bebé sugiere que de allí en más, madre e hijo dejarán de ser un solo cuerpo. (Daniel Calmels 2004).
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