La lactancia debe ser mirada con perspectiva de corresponsabilidad, ya que se trata de un hecho cultural y colectivo. Debe ser una tarea compartida por todas las personas involucradas: quien amamanta, su entorno cercano y las instituciones en su conjunto (la escuela y específicamente el Nivel Inicial deben estar incluidas). Desde esta mirada integral, se comparte la responsabilidad de esta práctica con la sociedad en su conjunto y así se la considera una tarea en equipo que requiere el compromiso y apoyo de quienes rodean a la persona que amamanta: pareja, familiares, empleadores, compañeros de trabajo, equipos de salud, docentes, etc.
De esta manera, se deja atrás la concepción de que amamantar es una práctica individual y privada. La concepción de la lactancia como una tarea colectiva resalta la importancia del apoyo de la sociedad, el acompañamiento y la protección/ampliación de derechos, como por ejemplo, la existencia universal de espacios amigos de la lactancia o la extensión de la licencia laboral, por mencionar solo algunas de ellas.
La alimentación con leche humana (ya sea directamente a través del pecho o extraída y suministrada por medio de biberones, tazas u otros utensilios) forma parte de los derechos fundamentales de las personas; por esta razón, existe un marco legal que protege tanto al/a la bebé como a la persona que amamanta.
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