En el nivel es esencial la lectura de cuentos a los niños pequeños sin importar la edad. Los niños aprenden a leer y escribir a través del adulto. Además más pequeño sea el niño mejor se dará el desarrollo de su lenguaje.
El libro de los tres cerditos o tres chanchitos es un cuento popular que deja una enseñanza sobre la buena voluntad y disposición para hacer bien las cosas si quiero obtener buenos resultados. Es una fábula con personajes animales personificados. Las primeras ediciones datan del siglo XIX, pero se piensa que la historia es mucho más antigua.
Por otra parte es un libro que gusta mucho a los pequeños desde los bebés a los niños de sala de 4 o 5 años. También podemos aprovechar para realizar distintas voces, gestos, y hasta soplar junto con el lobo y los niños, lo cual hace que se logre el goce estético en la literatura para niños.
Propositos:
* Selecciónar un Corpus de cuentos de calidad para ser leídos en el aula y que los niños lo disfruten
*Desplegar sus posibilidades lúdicas
Contenidos:
* Conocimiento de algunos juegos tradicionales
*Comprender y seguir las reglas del juego
* Participación en actos de lectura
*Conversación mediatizada
Actividad:
Sentados en ronda escuchar el cuento de los tres cerditos.
Se les preguntará ¿Que les pareció el cuento?, ¿Que fue lo que más les gustó? ¿Que fue lo primero que hicieron los cerditos? ¿Que pasó cuando apareció el lobo? ¿Cómo resolvieron el problema los cerditos?
Mirarán el libro su tapa y portada, también observarán y analizarán las imágenes.
Jugarán a juguemos en el bosque utilizando la canción "juguemos en el bosque"
Recibirán disfraces de cerditos y de un lobo para vestirse.
Cantarán la canción en ronda el niño que sea el lobo contestará de acuerdo a la canción que ropa tiene puesta y luego intentará atrapar algun cerdito para que ocupe su lugar como lobo.
Cuento:
Había una vez tres hermanos cerditos que vivían en el bosque. Como el malvado lobo siempre los estaba persiguiendo para comérselos dijo un día el mayor:
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.
El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.
El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.
Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.
El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:
- ¿Quien teme al lobo feroz? ¡No, no, no!
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una chimenea.
- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que salió gritando de la casa y no volvió a comer cerditos en una larga temporada.
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.
El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.
El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla. Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.
Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a la de paja y llamó a la puerta:
- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos
- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!
El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.
El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y cantaban alegres por haberse librado del lobo:
- ¿Quien teme al lobo feroz? ¡No, no, no!
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una chimenea.
- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que salió gritando de la casa y no volvió a comer cerditos en una larga temporada.
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