Nos acerca a su vez a la precedencia del vocablo niña, niña, de ninnus, de creación expresiva, cuya variante es nene, que posiblemente surge de ese lenguaje “laleado” con el cual las y los adultos le hablan a las niñas y niños.
Pensamos, entonces, que nombrar las niñeces desde las variadas maneras de transitar su tiempo de infancia es visibilizar las identidades infantiles en términos culturales, de géneros, diferentes capacidades, diversidad de crianzas y configuraciones familiares, en diferentes y desiguales posiciones sociales y de territorios geográficos, comunitarios, familiares y culturales.
A su vez, cada tiempo, cada sociedad, cada cultura, a partir de sus valores, ideales y saberes fija el tiempo de infancia y desde el "sentido común" se va produciendo la construcción de realidad en torno a representaciones que circulan por el imaginario social, cargadas de supuestos, prejuicios y valoraciones.
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