La división entre cuidado, enseñanza y crianza es de larga data. El efecto de esta división es un desarrollo fragmentado y heterogéneo de las políticas de cuidado, enseñanza y crianza para la primera infancia. Cualquier formato institucional o división de responsabilidades que escinda estas formas empobrece la calidad de la oferta de cuidado, enseñanza y crianza para los niños en su primera infancia.
Al hacerlo, se incumple el
derecho de los niños al desarrollo pleno de sus potencialidades y a los
principios de la universalidad e indivisibilidad de los derechos. Al mismo tiempo,
dado que las mujeres son responsabilizadas culturalmente de las tareas de
crianza y cuidado, serán quienes deban absorber los roles que queden fuera de
las prestaciones estatales producto de esta división. Por lo tanto, al
contribuir a la pobreza de tiempo de las mujeres, se dificulta el logro de la
equidad de género.
Para favorecer la disolución de
esta histórica división es necesario desnaturalizar la idea
de que el cuidado, la enseñanza y la crianza pueden pensarse y organizarse por
carriles diferentes. Solo reforzando el carácter indivisible e
indelegable de estas tres funciones en la acogida de los niños más pequeños
podemos avanzar hacia una garantía plena de sus derechos.
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