El comienzo de las clases llega lleno de emociones que quizás antes no habíamos sentido tanto mamá, papá, abuela los niños y niñas.
Por ello debemos trabajarlas, entenderlas, y el primer paso es reconocerlas.
Al reconocer una emoción le doy nombre a lo que me pasa, entiendo un poco más lo que le está pasando a mí cuerpo y mente.
La emoción se siente en el cuerpo, nos hace sentir frío, calor, temblar, querer ir al baño, llorar, gritar, morder, miles de cosas diferentes que en cada persona se manifiesta diferente.
En la sala tanto como en casa debemos ponerle nombre a lo que nos pasa y ¿Cómo lo hacemos?
Cómo siempre decimos se empieza con el ejemplo, cuando nos sentimos triste decirlo sin miedo, al sentir enojo decirlo y explicar la razón de la forma más sensilla y corta que podamos.
Acompañar al niño y no prohibirle sentir sus emociones, sino todo lo contrario ponerle nombre, decirle estás celoso, enojado, triste, feliz,tranquilo,etc.
Además debemos anticiparles lo que va a pasar. Ej: mañana empiezan las clases, nos vamos a bañar, poner uniforme e ir a la escuela, allá te va esperar la maestra y vas a entrar con tus nuevos compañeros a la sala y quedar un rato mientras te espero para volver juntos a casa.
Tanto la familia como las docentes deben tomarse el tiempo de anticipar y explicar las acciones a realizar por los adultos y los pequeños y pequeñas.
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